... Y mientras flotaba en el aire, como dejandome llevar por el viento, tal cual lo hace una pequeña hoja seca en una otoñal ventisca, fue la realidad la que me trajo de vuelta.
Y en esos momentos caí de ese vuelo para ir a parar justo al suelo y despertar de aquella siesta, que me estaba llevando a un sueño profundo de manera tan rápida y peligrosa, que cuando tuve la posibilidad de calmar mis emociones y evocar mi juicio sano, pude darme cuenta que es el mejor momento.
Así, a alta velocidad como arriesgados motoristas, me deje influenciar por un aroma masculino de mentira y falsedad. Cerré los ojos para no ver una realidad más evidente de lo que parece ser, intentando quizás, tapar algún vació, una extraña sensación de soledad.
Fue en aquel entonces cuando recibí el beso de Judas.
Tarde, entre corazonadas, en morder la podrida fruta de la verdad.
Cuando ya me sentía revolcar luego del seco golpe, levante mi vista, orgullosa, ya sin el miedo que me producían estas cosas tiempo atrás, miré al horizonte y me pregunte ¿ Qué hago ahora?
¿Con que derecho pido yo al cielo o al infierno alguna explicación de mi propio actuar atolondrado por las bocanadas de alcohol?
Solo es mi responsabilidad, pero eso no responde a mi pregunta ¿Qué hago ahora?
Actuó como hoja en el viento, otra vez dejandome llevar, me alejo por el desierto encerrándome en aquellos extraños pensamientos que me llevan a vivir otra vez con la mirada hacia adentro de mi propio ser o tomo venganza?
Creo que mejor, dejo de pensar por unos instantes... Ya saben, siempre el destino trae preparado algo para ti, mejor vivir sin planificar nada.
Y Siempre, pero siempre, todo cae por su propio peso, todo se devuelve.
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